Guillermo Vilas has been one of the best players in the world. Winner of 62 tournaments and four Grand Slams: Roland Garros (1977), US Open (1977) and Australia open (1978 and 1979), as well as the Masters (1974).

Other three times he reached the final of Roland Garros, (1975, 1978 and 1982) and once the final of Australia Open (1977), and triumphed in seven Masters 1000. (Grand Prix Championship).

Number 2 of the ATP (30-04-1975) and number 1 ranking TB (3-10-1977).

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The "Gran Willy" corner

09/10/2015

La travesía del desierto de Nadal

Nota TB: Aunque a fecha de hoy (4 de noviembre) Rafael Nadal ha logrado tres títulos en lo que va de temporada (Hamburgo, Stuttgart y Buenos Aires), además de alcanzar las finales de Madrid, Pekín y Basilea, y las semifinales de Shanghai, y lograr su clasificación para el Masters, esta sesión significará para él la primera desde 2004 en la que no ha logrado un solo título de Grand Slam, y la primera en la que ha descendido al décimo puesto de la lista mundial, el más bajo de su historia desde el 18 de abril de 2005 (11). Muchas son las razones que pueden haber propiciado ese descenso de títulos y de clasificación. Y este es el primer comentario que nuestro analista desmenuzará a continuación.

Por Guillermo Vilas

Siempre me atrajo ver jugar a Nadal; tiene una fuerza excesiva y la aplica a los golpes en todo momento, incluso cuando el partido no lo requiere: él está ahí y tira su “bomba” una y otra vez, cosa que sin duda le funcionó. En mi caso, tenía un buen “tres cuartos”, pero con gran intensidad, un estilo similar al suyo aunque no con esa fuerza constante. Yo permanecía alerta a cualquier cambio y, entonces sí, metía una velocidad y potencia más altas porque no admitía pensar en no ganar.

Nadal, en sus grandes picos, siempre pensó en términos más extensos en pleno partido; esperaba el aviso donde el de enfrente mostrara una flaqueza para “taladrarlo” allí todo el tiempo. Y lo hizo de maravillas.

Como jugador de tierra, en Roland Garros, por ejemplo –como Sampras en cemento–, eran sus rivales quienes debían adaptarse a ellos. Se creaba un buen ambiente que los favorecía: al ser candidatos por ganar tantas veces, se generaba una necesidad de hablar sobre sus chances. Y eso, en vez de presionarlos, los potenciaba.

Yo jugué años con un pie roto y pasó a ser parte de mi existencia; incorporé el dolor. Con Nadal creo que sucedió algo similar, resistió hasta que su cuerpo ya no le permitía seguir. Cuando uno está en ganador y tiene rachas victoriosas, viene el siguiente torneo y lo único que se busca es seguir sin variar nada. Se puede visualizar que será difícil, pero se piensa en continuar ganando y allí recurrimos al esfuerzo extra, para no frenar: “Estoy perdiendo, pero no quiero perder”, y seguís, y seguís… Los que tienen ese derrotero son muy caprichosos y, sobre todo, tenaces. Pero ojo, todo lo que nos sacrificamos luego debemos pagarlo…

Quizá, Nadal está pasando por esa etapa que –en más o en menos– atravesamos muchos en situaciones similares. Si siempre tuviste un sistema y, de pronto, lo debes innovar por la debilidad de tu cuerpo, los rivales advierten la falla y allí agreden y parece que el jugador está terminado…

A principios de año, cuando lo vi jugar en Buenos Aires, percibí que estaba atento y buscando de nuevo el camino, en eso es implacable. Usó esfuerzos complementarios que lo pueden diezmar si no se manejan bien: la pelota le quedó más corta, en consecuencia recibió más ataques; reformuló su patrón de juego de toda la vida… Los movimientos del cuerpo, entonces, son otros y eso influye en el resultado final, cuando puedes estar bien de técnica pero no ganas porque no es lo que te llevó hasta ese lugar.

Cuando el campeón comienza a perder se crea una especie de nube negra en su entorno, como en los interviús, en los que solo preguntan ¿qué te pasa? ¿por qué estás jugando tan mal? Y uno, sin embargo, considera que está encaminado o, al menos, lo intenta. En cierta manera, eso puede desmoralizar a cualquiera: en Nadal se le nota en la cara cuando está enojado o no le va bien el partido…

Nadal podría intentar hacer una mezcla de sistemas más allá de su línea; variar y dosificar, porque tiene el talento y, en los genes españoles, existe esa calidad: como una “toreada”, casi un concepto de vida en el tenis de España. A veces lo intenta imponer, pero se frena y vuelve a su norma original. Sus rivales también estarían complicados contra él si jugase con menos riesgos, no tan al límite. Veo que está explorando una manera de ganar en las condiciones actuales y, como pega tan fuerte y exigido, llega el cansancio. La edad no creo que sea crucial ahora, pero puede sumar y, además, todos los que juegan con esa vehemencia tienen miedo de romperse

Tampoco puedo hablar demasiado porque no conozco en profundidad los problemas que tuvo Nadal y no sería ético de mi parte aconsejarlo. Veo a una persona que busca y busca y que quiere terminar el partido lo antes posible. Y lleva esa presión, simplemente, porque nadie juega como él.

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